Amigos, el Evangelio de hoy nos cuenta que Jesús sanó a muchas personas en Gennesaret. Escuchamos que la gente traía enfermos de toda la región y todos se curaban. “En todas partes donde entraba, pueblos, ciudades y poblados, ponían a los enfermos en las plazas y le rogaban que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y los que lo tocaban quedaban curados”.
Una gran cantidad de teólogos y comentaristas bíblicos contemporáneos han tratado de explicar los milagros de Jesús como símbolos espirituales. Quizás lo más notorio es que muchos predicadores intentaron explicar la multiplicación de los panes y los peces como un “milagro” de caridad, donde todos compartían lo poco que tenían.
¡Pero creo que es difícil negar que los primeros cristianos estaban intensamente interesados en los milagros de Jesús, y que no los veían como meros símbolos literarios! Los vieron por lo que realmente eran: acciones de Dios, irrumpiendo en nuestro mundo.