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Amigos, en nuestro Evangelio de hoy Jesús llega a Cafarnaúm y entra a la sinagoga en el Sabbat. Allí comienza a enseñar. Y el Evangelio dice que “la gente se asombraba de sus enseñanzas, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas”. Los maestros habituales apelaban en sus enseñanzas a sus propios maestros y autoridades, y finalmente a Moisés y la Torá, que eran irrefutables.

Ahora bien, ¿qué es lo que evitaría que la gente dijera que estaba loco? Miremos entonces lo que sucede después. Un hombre con “un espíritu inmundo” entra en la sinagoga. Y él sabe quién es Jesús pues dice: “Yo sé quién eres—el Santo de Dios”.

Y luego Jesús demuestra Su autoridad: “‘¡Cállate, y sal de él!’ Y el espíritu inmundo lo convulsionó con un fuerte grito y salió de él”. La propia autoridad de Dios se confirma aquí al mostrar Su poder sobre el reino espiritual.

Y ahora ellos – y nosotros – tenemos que tomar una decisión. ¿Estamos con Él o estamos contra Él? Si Él es quien dice que es y quién demuestra ser, entonces tenemos que entregar nuestras vidas a Él.