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Amigos, en el Evangelio de hoy, Jesús expulsa un espíritu impuro de un hombre en la sinagoga de Cafarnaúm.  Él quiere realizar la misma acción de limpieza en nuestras vidas.

Lo que Dios quiso desde el principio es que nuestro corazón sea un templo de Su presencia. Pero cuando Cristo viene a nuestro mundo, ¿qué encuentra? Encuentra que el templo de nuestro corazón está lleno de todo tipo de cosas que no son del poder divino. El dinero, el éxito mundano, la estima de los demás, el sexo – sea lo que fuere, ahora han ocupado el lugar que por derecho le pertenece a Dios. Por lo tanto, cuando Cristo entra en tu vida, siempre tiene un rol limpiador para desarrollar.

Fulton Sheen hablaba sobre el “poder expulsivo” de Cristo. Cuando colocas a Jesús en el centro de tu alma, Él expulsará todo lo que no pertenece a ese centro y les hará encontrar el lugar apropiado.

Y así, Jesús el guerrero no violento, Jesús el juez, la propia mente de Dios, entra en nuestros corazones cuando lo invitamos a través de la conversión. Y tendrá autoridad y poder purificador.