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Amigos, el Evangelio de hoy se centra en una de las figuras más queridas de la historia cristiana: José, el padre adoptivo de Jesús. El está representado en innumerables obras de arte y es muy visible en la vida devocional de muchas personas. Aun así, sabemos muy poco sobre él. Los escasos versículos aquí, en Mateo, ofrecen una descripción más extensa, y también revelan temas espirituales poderosos.

Primero, descubrimos que María estaba comprometida con José y que esta unión había sido bendecida por Dios. Pero luego, José descubre que su prometida estaba embarazada. ¿Te imaginas la angustia? Esto debe haber sido una torbellino emocional para él. Y a un nivel más profundo, una crisis espiritual. ¿Qué quería Dios que hiciera?

Es entonces cuando el ángel se le aparece en un sueño y le dice: “José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa”. En ese momento, se da cuenta de que estos acontecimientos desconcertantes son parte de un plan de Dios mucho mayor. Lo que, desde su perspectiva pareciera ser un desastre es, desde la perspectiva de Dios, algo muy significativo.

José esta dispuesto a cooperar con el plan divino, aunque de ninguna modo conoce el marco ni el propósito más profundo. Así como María, en la Anunciación, José confía y se deja guiar.