Please ensure Javascript is enabled for purposes of website accessibility

Amigos, en el Evangelio de hoy el Cántico de Zacarías declara cómo Jesús consuma las expectativas de la salvación del Antiguo Testamento. 

Una vez que captamos que Jesús no fue un maestro y sanador corriente, sino que Yahveh se mueve entre nosotros, podemos comenzar a entender más claramente sus palabras y sus acciones. Si sondeamos los textos del Antiguo Testamento —y los primeros Cristianos leyeron inexorablemente a Jesús a la luz de estos escritos— vemos que se anticipaba que Yahveh hiciera cuatro grandes cosas: Él reuniría las tribus dispersas de Israel; purificaría el templo de Jerusalén; se encargaría definitivamente de los enemigos de la nación; y finalmente, reinaría como Señor del mundo. 

La esperanza escatológica expresada especialmente en los profetas y en los Salmos fue esa a través de estas acciones, Yahveh purificaría a Israel, y a través del Israel purificado traería salvación a todos. Lo que sorprendió a los primeros seguidores de Jesús es que Él cumplió estas cuatro tareas, pero en el modo más inesperado.