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Amigos, el Evangelio de hoy nos recuerda el tener que estar preparados mientras aguardamos la nueva venida del Señor. 

No creo que sea una casualidad que cuando Pablo escribe a la comunidad de Tesalónica (el documento cristiano más antiguo que tenemos), su motivo principal haya sido el fin del mundo tal cual lo conocemos y el anhelo por la venida de Cristo para recrear el cosmos. 

Cuando Pablo habla en ese texto de Cristo llegando en las nubes y los cristianos subiendo a encontrarse con Él en el aire, no está prediciendo un gran escape del mundo material; sino más bien está imaginando un comité de bienvenida de creyentes saliendo a escoltar la llegada al mundo del nuevo Rey. 

La Biblia termina con una nota que no es tanto de triunfo y finalización sino de anhelo y expectativa: “Ven, Señor Jesús”. Desde el mismo comienzo de la dispersión de los cristianos, los seguidores de Jesús resucitado han estado esperando. Pablo, Agustín, Crisóstomo, Inés, Tomás de Aquino, Clara, Francisco, John Henry Newman y Simone Weil han esperado todos por la segunda venida y han sido entonces personas del Adviento. Unámonos a ellos, durante este período, elevando nuestros ojos y corazones y rezando, “Ven, Señor Jesús”.