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Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús entra en el país de los gerasenos y se enfrenta a un hombre con un espíritu endemoniado que está encadenado y que vive entre las tumbas.

¿Por qué el hombre ha sido encadenado? ¿Por cual razón está en las afueras de la ciudad? El filósofo René Girard ha escrito de modo persuasivo sobre el tema de la violencia del chivo expiatorio. Los chivos expiatorios cumplen una función importante en mantener las sociedades humanas, apartando aquella competencia y violencia que, de lo contrario, divide las comunidades.

Y por ello, el demoníaco geraseno está encadenado para ser mantenido cerca. ¿Podemos no imaginar a los ciudadanos del pueblo saliendo a mirar a esta pobre alma? El hombre torturado se hace llamar Legión, porque hay “muchos” en él. ¿Podrían los muchos en cuestión ser los ciudadanos de la ciudad que han proyectado sus odiosas sombras sobre él?

Al curar al geraseno endemoniado, Jesús da a conocer Su intención de romper el patrón de los chivos expiatorios, y así mostrar a la gente de la aldea una nueva forma de permanecer en comunidad. En lugar de proyectar la violencia y negatividad sobre un inocente, recurrir a la difícil pero, en última instancia, importante tarea de agrandar el alma en la autocrítica y la conversión.