Amigos, nuestro Evangelio de hoy nos da la oportunidad de reflexionar sobre la oración del Padre Nuestro, una plegaria para el camino cristiano. Quiero aquí considerar tres de las peticiones que tiene esta oración.
“Padre, santificado sea Tu nombre”. No estamos diciendo que Dios debería santificar su nombre (como si no lo fuera); estamos orando para que podamos santificarlo para nosotros, para que Dios sea honrado por sobre todas las cosas. Todo lo demás en la vida espiritual surge de esta priorización.
“Venga a nosotros Tu Reino”. El reino de Dios se refiere a la forma en que Dios ordena todas las cosas. Las enseñanzas de Jesús y Su forma de vida nos dan una muy buena idea de cómo es este reino: paz, no violencia, perdón, sanación, caminar por el camino de la compasión.
“Perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. Cuán fundamental es el perdón en las enseñanzas de Jesús. Y cuán fundamental para el sufrimiento del mundo es la incapacidad de perdonar, tanto al nivel más pequeño e íntimo como en la gran escala.
Cuán maravilloso y cuán profundamente desafiante es que, en el corazón mismo de esta oración que el Hijo de Dios nos enseñó, hay una petición para recibir la gracia de perdonar.