Amigos, el Evangelio de hoy, casi más que cualquier otro, ha inspirado protestas cuando lo tengo que predicar. “Obispo, yo creo que a Marta se la acusa injustamente”. Por siglos, esta historia ha sido interpretada como Marta representando la vida “activa” y María la vida “contemplativa”. Me gustaría enfatizar que la lectura de esta historia de Marta y María en términos de vida activa/contemplativa no es muy útil. Tenemos que ir un poco más profundo.
¿De qué se la reprende a Marta? “Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas”. Es la calidad de una vida agitada, dividida, desenfocada, a lo que Jesús dirige la atención. ¿Y por qué se la elogia a María? No precisamente por ser ella “contemplativa”, sino porque ha elegido el unum necessarium (lo único necesario). Ella se ha sentado discretamente a los pies del Señor, no tanto para evitar el trabajo sino para encontrarse a sí misma, para comprender lo que esencialmente ella es.
Hay una cacofonía de voces llamándonos; hay miles de influencias tironeando para un lado u otro. ¿Cuál es la única cosa necesaria? Escuchar la voz de Jesús expresando su amor diciéndote quién eres.