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Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús envía a sus discípulos a misionar. “Jesús convocó a los Doce …Y los envió a proclamar el Reino de Dios y a sanar a los enfermos”. Como miembros del Cuerpo Místico de Cristo compartimos la misión de evangelización.

Siguiendo el subjetivismo de nuestra cultura, muchos cristianos piensan en su vida espiritual de modo individualista, como cultivar su amistad personal con Dios. Esto pasa por alto algo que los autores del Nuevo Testamento dieron por sentado, y es que los cristianos no existen para sí mismos sino para el mundo.

Jesús comparó a sus seguidores con la sal, que está destinada a preservar y realzar algo que no es ella misma, y ​​también con la luz, cuyo propósito es que se coloque en un lugar alto para iluminar lo que hay alrededor. El Papa San Pablo VI señaló la misma verdad diciendo que “la Iglesia no tiene una misión; la Iglesia es una misión”.

Salimos, por tanto, con la autoridad de Dios y empoderados para su obra. Cuando estemos ante el tribunal de Cristo, él preguntará si hemos enseñado al mundo cómo alabar, cómo reverenciar la verdad, cómo salir vigorosamente en campaña para extender el Reino de Dios.