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Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús enfoca, con una mirada aguda y crítica fulminante, en cómo los líderes religiosos pueden caer en corrupción. ¿Qué es lo que molesta a Jesús? Algunos líderes religiosos cargan a la gente, imponiendo pesadamente la ley, haciendo fuertes demandas, mostrando su propia superioridad moral.

Algo central en las enseñanzas de Jesús es la voluntad de soportar cargas ajenas, porque así ayudamos a llevarlas. Y esto se aplica también a la vida moral. Si ponemos el peso de la ley de Dios sobre las personas, debemos estar dispuestos, al mismo tiempo, a ayudar a soportarlo.

Otro problema clásico con personas religiosas y especialmente con líderes religiosos: usar la ley y la moralidad como medio para inflar el ego. El problema es que esta droga desaparece rápidamente y luego queremos más. Necesitamos un título más grande, más respeto, más reconocimiento.

¿Cuál es la recomendación de Jesús para aquellas personas atrapadas en este dilema? Ser grande es ser un servidor humilde, simple, y a menudo olvidado. Evita los títulos de honor; no los busques. Permanece satisfecho con hacer tu trabajo, sea lo que sea, en nombre del Reino de Dios.