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Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús reconoce ser el Señor. 

Los primeros cristianos clamaban Iesous Kyrios: Jesús es el Señor. Esto molestaba tanto a judíos como a los gentiles. Los judíos se sentirían enormemente irritados por el uso del término Kyrios para describir a un ser humano ordinario. Además, insinuar que ese hombre era el Mesías de Israel —cuando había muerto en manos de los enemigos de Israel— era simplemente blasfemo. 

Y para los griegos, este clamor era subversivo, porque una consigna de la época era Kaiser Kyrios: el Emperador es el Señor. Y se estaba proponiendo un nuevo sistema de lealtad, un nuevo tipo de orden y señorío, y esto era de hecho una amenaza para el sistema reinante. Los cristianos debemos entrar en la arena pública con audacia y confianza, ya que no estamos anunciando una espiritualidad privada o personal, sino que estamos anunciando un nuevo Rey bajo cuyo señorío todo debe estar supeditado. Si Jesús es verdaderamente el Señor, entonces el gobierno, los negocios, la vida familiar, las artes, la sexualidad y el entretenimiento tienen que estar bajo Su dirección.