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Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús nos explica la parábola del sembrador. Esta parábola recuerda a otra conocida historia de Jesús: la del buen pastor y la oveja perdida.

“¿Quién entre ustedes”, Jesús pregunta, “si tiene cien ovejas, y una de ellas se pierde, no deja las noventa y nueve restantes en la montaña, para ir a buscar la que se extravió?” ¿Podemos imaginarnos a los pastores escuchando a Jesús sacudiendo sus cabezas? ¡Ningún pastor sería tan tonto! Lo cual es justo el punto: el amor de Dios es tan extravagante que rompe todas nuestras categorías de lo que es razonable.

Uno de nuestros pasatiempos favoritos es establecer límites al amor de Dios. Decimos que Dios ama a quienes lo aman o que Dios ama a quienes van a la iglesia correcta o siguen las doctrinas correctas. Pero Dios no siembra solo en el suelo que es receptivo, también siembra en todas partes, incluso en aquellos lugares que son menos receptivos.