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Amigos, en el Evangelio de hoy el Señor se ofrece para aliviar nuestras cargas. Identifica a cada uno de los que se sienten oprimidos por el mundo: por el pecado, las preocupaciones, el sufrimiento, la injusticia, la muerte de un pariente o amigo, o el miedo a la muerte, cualquiera que sea.

El alivio llega cuando nos sometemos a Su realeza, Su nuevo orden. Estamos siendo imaginados como animales de carga que han sido atados bajo un yugo y bajo el mando de un granjero. Parece bastante degradante pero así es como se ve la sumisión al señorío de Cristo: cumplimos sus propósitos y vamos a donde Él quiere llevarnos.

¿Está Cristo ordenando tu vida en cada detalle? ¿Es Él el Señor de tu vida familiar? ¿De tu vida recreativa? ¿De tu vida profesional? ¿Es el Señor de todas las habitaciones de tu casa, incluido el dormitorio? ¿Estás totalmente entregado a Él y bajo Su señorío?

Sé que esto puede sonar opresivo, pero recuerden, “Mi yugo es suave, y mi carga liviana”. Cuando nos entregamos al camino del amor que Él nos ha trazado nuestras vidas se vuelven infinitamente más ligeras, más fáciles, y más alegres, porque nos movilizamos con un propósito divino.