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Amigos, en esta fiesta de la Sagrada Familia el Evangelio nos presenta la huida de José y María a Egipto, con su misión de proteger al niño Jesús. Esta historia da pie para decir algo acerca de la misión de la familia cristiana. 

La familia es, sobre todo, el lugar en el que padres e hijos pueden discernir su misión. Y tiene mucho sentido, por supuesto, si dentro de la familia se cultivan vínculos profundos y emociones ricas, pero esas relaciones y pasiones deben ceder ante algo que está más centrado en los espiritual. 

Una prioridad bíblica de valores nos ayuda a ver qué es lo que generalmente falla en las familias. Cuando algo más que la misión es lo dominante – como por ejemplo el logro atlético de un hijo, el éxito de una hija en la universidad, etc. – las relaciones familiares se vuelven tensas. La paradoja es esta: precisamente en la medida en que cada uno de los miembros de la familia se centren en el llamado de Dios para cada uno de ellos, la familia se vuelve más cariñosa y en paz. Juan Pablo II resumió esto admirablemente cuando habló de la familia como una ecclesiola (iglesia pequeña). En el mejor de los casos, él asume, que la familia es un lugar donde se ora a Dios y donde discernir de la misión de Dios para cada uno es de suma importancia.