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Resurrection of Jesus

Muchas Cosas No Están Permitidas; Todo Puede Perdonarse

April 11, 2023

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Cada primavera, qué privilegio es sumergirse en las liturgias de la Semana Santa. El lavatorio de los pies en el Jueves Santo, la veneración de la cruz en el Viernes Santo, el recorrido de las lecturas claves del Antiguo Testamento durante la Vigilia Pascual del Sábado, la gozosa resurrección del “Aleluya” en el Domingo de Pascua —todo esto tiene por objeto zambullirnos en el misterio de la muerte y resurrección del Señor Jesús. 

En varios momentos durante estas últimas celebraciones, recordé un dicho de mi mentor, el Cardenal Francis George de Chicago. Siguió viniendo a mi mente como una especie de mantra o refrán, con motivo de muchas de las expresiones y lecturas de Semana Santa. El Cardenal comentó cierta vez que vivimos en una cultura en la que “todo está permitido y nada está prohibido”. Con el típico estilo del Cardenal George, la frase es breve, memorable y está en lo cierto. La encuesta más informal en nuestra sociedad revela la verdad de la primera parte del adagio del Cardenal. A los hombres se les permite ser mujeres, y a las mujeres, hombres. Atletas varones, afirmando una identidad femenina, pueden dominar los deportes de mujeres. La cirugía de cambio de género, incluso cuando equivalga a la mutilación de niños, es alentada positivamente en muchas partes de nuestro país, incluyendo el estado en el que resido, Minnesota. El aborto, incluso hasta el momento del nacimiento, es legal (y ciertamente celebrado) en una cantidad de estados; el suicido asistido de los que sufren es considerado un derecho fundamental del individuo y una prerrogativa del estado.

Pero la verdad de la segunda parte de la afirmación del Cardenal es igualmente obvia. La violación de la ortodoxia secular actual conlleva como resultado cancelación, eliminación u ostracismo permanente. Si tienen dudas, intenten postear en internet algo que sea ligeramente anti-woke. La horda jacobina se abalanzará sobre ustedes al instante. Y si leen los ideólogos detrás del wokeísmo, advertirán que ser, digamos, un varón blanco, o un defensor de los valores religiosos tradicionales, te transforma en un réprobo permanente sin ninguna esperanza de redención. Si tienen dudas sobre esta calificación, pregúntenle a cualquier fanático woke cuánta disculpa o reparación se necesita para relevar al ofensor de su culpa. Descubrirán que la respuesta es “nunca es suficiente”. Así que, por un lado, todo parece estar permitido, pero por otro lado, nunca nada es verdaderamente perdonado.  

A la luz de la cruz, sabemos que muchas cosas no deben permitirse . . . en principio todo puede perdonarse.

Pensé en el agudo comentario del Cardenal George durante Semana Santa porque la muerte y resurrección de Jesús revelan precisamente el reverso de lo que se consigue en nuestra cultura secular. Durante las liturgias de Semana Santa, especialmente en el Jueves y Viernes Santos, vemos prácticamente todas las formas de disfunción humana. Lo que llevó al Señor hasta la cruz fue un demoníaco fárrago de odio, estupidez, violencia, crueldad, injusticia institucional, preocupación por uno mismo, traición, negación e indiferencia total hacia la voluntad de Dios. Aunque muchos de los responsables de la muerte de Jesús se envolvieron en la bandera de la justicia u ofrecieron justificaciones patéticas para sus conductas, todos ellos quedaron expuestos, de hecho, como impostores y pecadores. La cruz misma sirvió como juzgamiento de la estupidez y debilidad humanas. A la luz de ella, no hubo oportunidad de ocultarse. Por supuesto, todos adoraríamos vivir en una sociedad donde todo estuviera permitido, donde ninguna de nuestras decisiones estuviera sujeta a cuestionamiento o corrección, donde “Estoy bien y tú estás bien”. Pero la cruz de Jesús se posiciona en contra de todo esto. Enciende una luz implacable sobre nuestro pecado, especialmente sobre nuestro pecado oculto; nos convence, más allá de toda duda, que no estamos bien. Y todo esto es para bien, porque si nunca admitimos que pecamos, nunca estaremos abiertos a la salvación. 

Al mismo tiempo, los relatos de la Resurrección del Señor revelan lo opuesto a la cultura de la cancelación. A la misma gente que lo ha negado, traicionado y abandonado, Jesús le muestra sus heridas por si acaso olvidaron sus pecados, pero luego pronuncia la incomparablemente hermosa palabra “Shalom”. En cualquier relato convencional de una historia como esta, el ofendido, al regresar de la muerte, se hubiera decidido por la venganza. Pero en la historia del Evangelio, el hombre que ha sido herido tanto como una persona puede ser herida, regresó con amor indulgente. Y profundicemos el punto, porque la persona en cuestión no era simplemente un hombre sino el verdadero Dios. Por lo tanto, ellos mataron a Dios y Dios les ofreció una palabra de paz y reconciliación. Si en la historia de la humanidad hubo algunos que merecieron ser cancelados, fueron todos aquellos que contribuyeron a la muerte de Jesús, aunque por el contrario fueron perdonados. Y esto significa (y es la Buena Noticia del Evangelio que se aplica a todas las personas a lo largo y ancho de los tiempos) que todo pecado es perdonable, que Dios no cancela a nadie. 

Y entonces, para la cultura de la cancelación que dice, “Todo está permitido pero nada es perdonado”, los Cristianos deberíamos contestar, “A la luz de la cruz, sabemos que muchas cosas no deben permitirse”, y a la luz de la Resurrección, “en principio todo puede perdonarse”. En esa inversión de la ortodoxia actual, encontramos una palabra verdaderamente salvadora.