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Lex Fridman

Algunos que Critican a la Religión Necesitan Elevar su Nivel

August 9, 2022

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Tuve el privilegio recientemente de compartir con Lex Fridman una plática de dos horas sobre diversos temas. Lex es profesor de robótica e inteligencia artificial en el MIT y un podcaster extremadamente popular. En sus últimas entregas ha conversado con actores importantes de numerosos campos —Joe Rogan, Mark Zuckerberg, Elon Musk y Sam Harris por nombrar algunos. Aunque sus principales intereses están en el área de la ciencia y tecnología, está muy dispuesto a intercambiar opiniones sobre temas de naturaleza más filosófica e incluso religiosa. Fridmam tiene un estilo simpático —no es discutidor ni confrontativo, sino más bien curioso e inquisitivo. Durante el transcurso de las dos horas que estuvimos juntos, hablamos sobre Dios, Jesús, la vida después de la muerte, la moral, la modernidad, Nietzsche, Jordan Peterson, la Biblia, la fe y el significado de la vida.

A juzgar por los miles de comentarios, la reacción general de esta audiencia muy orientada a la tecnología fue muy positiva. Muchos señalaron que estuvieron complacidos de escuchar una conversación seria sobre temas que iban más allá de los que las ciencias pueden describir. Sin embargo, no quiero centrarme en las reacciones favorables, sino más bien en las adversas —y hubo un montón de ellas también— porque nos dicen mucho sobre lo que los jóvenes secularistas están pensando acerca de la religión.

Sin lugar a dudas, la reacción negativa más común fue que lo que yo estaba diciendo era “puro cuento”, o que lanzaba un “galimatías” común y corriente, o que “utilizaba muchas palabras para no decir nada”. Mucha de esta crítica estuvo centrada en mi intercambio inicial con el entrevistador. Lex me preguntó muy simplemente, “¿Quién es Dios?”. Le respondí no sentimental ni piadosamente, sino en el lenguaje técnico de la filosofía. Le dije que Dios es ipsum esse subsistens (el acto puro de ser mismo), en contraposición con cualquier otra cosa distinta de Dios, en la cual esencia y existencia se diferencian. Continué aclarando el significado de estos términos a la manera de Tomás de Aquino, intentando ser tan preciso y correcto técnicamente como fuera posible. Con seguridad hay muchas formas diferentes de hablar sobre Dios, pero yo elegí, pensando en la audiencia de Lex, utilizar un abordaje más intelectual. 

Abandonen la posición “woke” y tengan el coraje de involucrarse en una discusión auténtica con aquellos que no comparten su cosmovisión.

Lo que más me sorprendió en relación a los críticos es que ninguno en verdad se ocupó del argumento que estaba planteando o se esforzó en presentar una postura opuesta; simplemente dijeron que lo que yo estaba diciendo era un galimatías. Cualquiera incluso vagamente familiarizado con la tradición filosófica Occidental sabría que yo estaba, de hecho, operando a partir de un sistema de pensamiento desarrollado por algunos de los pensadores más brillantes de la tradición: Platón, Aristóteles, Agustín, Boecio, Plotino, Buenaventura, y sí, Tomás de Aquino. De seguro no fue un discurso científico, sino que fue un disciplinado discurso perfectamente racional y filosófico. Que muchos de los que escribían en los comentarios simplemente no supieran de qué estaba hablando es un recordatorio que nos hace reflexionar sobre cuán reducido y estrecho se ha vuelto nuestro sistema educativo. 

En mis respuestas a algunas de estas críticas, dije, “¿Acusarían a un físico teórico que estuviera utilizando el lenguaje técnico de su disciplina, de valerse de un “galimatías”, si no lo comprendieran de inmediato? ¿No reunirían tal vez la humildad como para admitir que tienen mucho que aprender?”. Y esto me recordó algo que el Cardenal Francis George solía decir —que es que, antes que podamos abordar la cuestión de la relación entre ciencia y religión, tenemos que reincorporar a la gente a la filosofía, la disciplina racional que efectivamente media entre ellas. Lamentablemente, muchos de la audiencia de Lex Fridman no sabían qué hacer con el tipo de vocabulario filosófico en el que está expresada gran parte de nuestra doctrina sobre Dios. 

La segunda crítica más común fue que mi mismo Catolicismo me descalificaba efectivamente. “¿Cómo pueden escuchar a un representante de la institución más corrupta de la historia?” se quejó alguien en los comentarios. “La religión —especialmente la religión Católica— es responsable de la muerte de millones”, dijo otro. Este es mi favorito: “De todas las diferentes variantes de Cristianismo, el Catolicismo es por mucho la variante más cínica, repugnante y vulgar. Ha causado más daño a la especie humana que cualquier otra religión, nos ha mantenido a distancia del progreso”. Hum… lo primero que se me viene a la cabeza es: cómo alguien, luego de los regímenes asesinos seculares y ateos del siglo veinte, que apilaron decenas de millones de cadáveres, puede, con cara de póker, afirmar que el Catolicismo Romano es el origen de la mayor corrupción de la historia. Esta clase de embuste solo puede interpretarse como el resultado del relato intencionadamente distorsionado de la historia muy típico en nuestras secundarias y universidades.    

En segundo lugar, este es un engaño barato de nuestra época “woke”: identificar a tu oponente como un miembro de un grupo supuestamente agresivo, cancelarlo, y por lo tanto evitar convenientemente cualquier obligación de construir un argumento o responder a uno. Tercero, incluso si concedemos (como deberíamos) que muchos Católicos se han comportado mal en el curso de una historia de dos mil años, ¿qué prueba eso exactamente? ¿Qué el Catolicismo es esencialmente corrupto? ¿Que sus doctrinas, sacramentos, liturgia, santos y cultura están fatalmente comprometidos? Difícilmente. ¿Que los seres humanos son muy malos? Seguro —y de hecho, la enseñanza Católica respecto a los efectos permanentes del pecado original, incluso en aquellos que están bautizados, nos conduciría a anticipar lo mismo. En una palabra, esta especie de crítica es un poquito más que un señuelo, una distracción intencional del tema en discusión. 

A través de los años, he hecho un montón de sugerencias de cómo la gente religiosa puede mejorar nuestras estrategias evangélicas, pero me pregunto si podría formular un desafío a aquellos que también están listos para desestimar las afirmaciones religiosas sin más trámite. Primero, no caractericen displicentemente a la filosofía como “galimatías”, y tal vez incluso intenten estudiarla. Y segundo, abandonen la posición “woke” y tengan el coraje de involucrarse en una discusión auténtica con aquellos que no comparten su cosmovisión.