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La Crisis de la Salud Mental: Una Conversación con el Dr. Anthony Isacco

October 13, 2023

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El Dr. Anthony Isacco, es un psicólogo Católico de la Universidad Chatham en Pittsburgh, donde es profesor del postgrado de psicología y director de capacitación para el programa de doctorado de psicología. Sus áreas de interés clínico incluyen el involucramiento positivo del padre, los factores religiosos y espirituales de la salud del hombre, y el trabajo con gente religiosa tal como sacerdotes, diáconos, seminaristas y mujeres religiosas. Mantiene una reducida práctica privada trabajando con diócesis y comunidades religiosas en la evaluación psicológica de candidatos de vocaciones religiosas.  

Tuve el placer de conocer al Dr. Isacco recientemente en Baton Rouge, donde ambos fuimos oradores en la conferencia de educación sobre ética médica llamada “Converging Roads” (Caminos Convergentes), organizada por la Fundación San Juan Pablo II.

La presentación del Dr. Isacco en Baton Rouge sobre la crisis en la salud mental me resultó particularmente interesante y me inspiró a publicar un artículo sobre la importancia de la comunidad para aquellos que sufren discapacidades intelectuales y de desarrollo. El tema de las personas que son diagnosticadas doblemente con discapacidad intelectual o de desarrollo, y con algún problema de salud mental está generando mayor interés entre las familias y aquellos que los cuidan.  

El Dr. Isacco comentó sobre factores que han contribuido a la crisis de salud mental actual en los Estados Unidos y cómo estos aplican también a las personas que sufren discapacidades intelectuales y de desarrollo.


Mark Bradford: Anthony, muchas gracias por acceder a esta entrevista. Tu presentación en Baton Rouge me resultó fascinante en el sentido que le dio una estructura a lo que todos sabemos: que los eventos recientes —esto es, los confinamientos por Covid— han conducido a una crisis en la salud mental en los Estados Unidos.

Para comenzar, ¿podrías brindar una reseña sobre la crisis, sus causas, los factores que interactúan para que alguien se encuentre en este momento batallando por salir adelante? Algunas de las estadísticas que mencionaste son impactantes.

Anthony Isacco: Mark, gracias a ti por tomarte el tiempo para esta entrevista. Fue un placer conocerte en Baton Rouge también. Y valoro tu interés por este importante tema.

Sí, pienso que el primer paso para la gente es aceptar que estamos en una crisis de la salud mental. Podría darte muchas estadísticas para apoyar esa afirmación, pero en beneficio de la brevedad y para no reducir la crisis a simples números, diré que desde 2019 los índices de los desórdenes psicológicos —ansiedad, depresión, etc.— han subido. Más allá de las estadísticas y para conservar la dignidad de la gente en primer plano, quiero enfatizar que he tenido un asiento de primera fila en esta crisis. Es real y ha afectado a padres, hijos, familias; los ricos y los pobres; gente de diversas razas y etnias; Católicos y no Católicos, etc.

El estrés creciente durante un período de vulnerabilidad y el compromiso de la resiliencia conducen a serios problemas de salud mental.

Agrava la crisis la reducción del grupo de profesionales de la salud mental calificados y competentes. El grupo se está reduciendo porque los profesionales de la salud mental que son muy buenos están actualmente solo disponibles en una lista de espera. Algunos han decidido reducir su trabajo clínico debido a las exigencias clínicas de sus pacientes. Estoy en conocimiento de largas listas de espera que van de seis meses hasta un año. ¿Qué mensaje es ese para una persona que está lidiando con un problema de salud mental —llame, deje su información de contacto y luego espere seis meses para recibir ayuda?

Los factores en juego en la crisis son complejos y personalizados, pero para hablar en general a una amplia audiencia, he identificado tres factores principales: vulnerabilidad, estrés y resiliencia.

Ahora, en 2023, miramos atrás al 2019 con nostalgia selectiva. Pero necesitamos reconocer que antes de la pandemia éramos muy vulnerables como sociedad. Las tendencias sociales estuvieron mostrando que a la gente le faltaba sentido en sus vidas, se sentían más y más aislados y solitarios, conflictuados por los problemas políticos y sociales candentes y las familias rotas, y enfrentaron barreras estructurales y sistémicas a la movilidad social. La pandemia llegó en este tiempo de vulnerabilidad y trajo consigo una confusión masiva, estrés, miedo y experiencias adversas de todo tipo. Ese estrés exacerbó la vulnerabilidad existente. Para resaltar este punto, la Asociación Estadounidense de Psicología conduce una encuesta anual de estrés en el país y esta declaración, basada en los resultados de 2022, resume las cosas bastante bien:

El estrés en Estados Unidos en 2022 muestra una psiquis norteamericana golpeada, preocupada por el futuro, asolada por la inflación, enfrentando un torrente de elementos externos que estresan y están en su mayoría fuera del control personal. La encuesta encontró que la mayoría de los adultos estaban desalentados por el gobierno y la división política, atemorizados por los niveles históricos de inflación y conmocionados por la violencia generalizada.

Cuando la gente se siente vulnerable y estresada, necesita fuentes de resiliencia. La pandemia quitó muchas de esas fuentes de resiliencia, tales como los lazos sociales, la pertenencia a la comunidad, el compañerismo en el ambiente de trabajo, la participación religiosa, e hizo que la gente básicamente hiciera aflorar su propia resiliencia interna.

Expresado en forma simple, el incremento del estrés durante un tiempo de vulnerabilidad y del compromiso de la resiliencia, conducen a serias preocupaciones de salud mental. Cuando esas preocupaciones se reconocen a nivel nacional, enfrentamos una crisis.

Mark Bradford: La gente se relacionó de diferentes formas frente al estrés cultural y de la salud pública en los últimos años. ¿Cómo es posible que algunas personas parezcan haber permanecido inmunes y otras estén en crisis? ¿Soy ingenuo al asumir que algunos han permanecido inmunes, o piensas que ha habido un sacudón general de nuestros lazos sociales que ha afectado a todos?

Anthony Isacco: No creo que alguien haya permanecido totalmente inmune. He notado el emerger de un síndrome colectivo postpandemia en el que la gente se refiere a la pandemia con frases como, “Durante la pandemia . . .”, que luego evoca cierto recuerdo terrible, sentimiento negativo, herida residual que no está totalmente curada. Pero sí, la gente lidió con las cosas que causan estrés y con las vulnerabilidades de diversas formas, algunas positivas, algunas negativas.

En este punto, quiero resaltar la importancia de la resiliencia, que es la habilidad de soportar y recuperarse del estrés. La resiliencia puede amortiguar la aparición de un diagnóstico de salud mental. La gente con fuentes de resiliencia externas tales como el apoyo de la familia, el cónyuge, la comunidad tienen una gran bendición. También son una bendición los medios económicos que proveen el acceso a la atención de la salud (médica y mental), el capital social, las escuelas privadas y las oportunidades de crecimiento. Así también la gente con fuentes de resiliencia internas tales como la fortaleza, la prudencia, las saludables habilidades para salir adelante, la oración, el encontrar sentido al sufrimiento, y el tomar la iniciativa para “abrirse camino” a partir de las cosas que la estresan. Toda esta gente que tiene una combinación de resiliencia externa e interna ha salido mejor parada según mis observaciones.    

Mark Bradford: Mencionaste durante tu presentación que la religión y la espiritualidad son fuentes de resiliencia durante los tiempos de estrés. Algunos han dicho que la Iglesia nos decepcionó durante la crisis del Covid cerrando las puertas de nuestras iglesias, haciendo que tanto la comunidad como la Eucaristía no estuvieran disponibles. ¿Qué piensas al respecto?

Anthony Isacco: Mark, es una gran pregunta. Hay estudios tanto de un largo tiempo antes de la pandemia como así también estudios recientes durante la pandemia que resaltan claramente el rol positivo de la religión y la espiritualidad en la salud mental de la gente. Esto no es nada nuevo; es algo bien establecido en la ciencia psicológica. Podría explayarme largamente sobre esto, pero en beneficio de la brevedad, resaltaré la asistencia a la iglesia, ya que eso fue lo más disruptivo durante la pandemia, y la gente sintió que lo que más la decepcionaba era no tener la posibilidad de asistir a la iglesia los domingos.

Estamos todos juntos en esto, y como comunidad Católica, podemos brindar esa gracia a los demás a través de la empatía, la amabilidad y la conexión.

La Universidad de Harvard tiene un centro de estudios llamado Human Flourishing Program (Programa del Florecimiento Humano – HFP) que es un diamante en bruto. Los investigadores del HFP han publicado una serie de estudios muy rigurosos y estadísticamente sólidos con grandes muestras que destacan el rol muy específico y único de la asistencia a la iglesia en la salud mental —tal como incremento en la felicidad, satisfacción en la vida, sentido y propósito, y mejora en las relaciones cercanas— y la salud física, siendo la asistencia a la iglesia un factor protector contra las causas de mortalidad, el alcoholismo y el tabaquismo.

Así que, para atar cabos, muchas de las vulnerabilidades y los causantes de estrés que mencioné que emergieron los pasados años, pueden amortiguarse mediante la resiliencia lograda al asistir a la iglesia al menos una vez a la semana.  

Al realizar esta investigación, me vino a la memoria algo que un buen sacerdote amigo mío, el Padre Robert Connelly, me dijo una vez: “Anthony, la buena psicología es buena teología y la mala psicología es mala teología”. Respecto a esto, creo que estos estudios de Harvard son “buena psicología”. Muy sólida metodología, estadísticas avanzadas, muestras grandes, y demás. La Iglesia enseña buena teología: la Eucaristía que recibimos en Misa es la “fuente y culmen” de nuestras vidas. Quitar la fuente y culmen de nuestras vidas naturalmente quita nuestra alegría y felicidad psicológicas. Y naturalmente, participar regularmente de la “fuente y culmen” será experimentar alegría y felicidad psicológicas. Buena teología es buena psicología. ¡Gracias Padre Connelly!

Dicho eso, regresemos en el tiempo a marzo de 2020. Nos faltaba mucho conocimiento sobre el COVID-19 y había un miedo, confusión e incertidumbre tremendos. No culpo a los líderes de la Iglesia por tomar decisiones basadas en la mejor información disponible en ese momento, dentro del contexto de las regulaciones gubernamentales y el consejo médico.

Si enfrentáramos una situación similar nuevamente —y ojalá no suceda— instaría ardientemente a los líderes de la Iglesia a basar las decisiones en la ciencia médica que promueve la salud de la persona completa: cuerpo, mente, espíritu y psicología.

Mark Bradford: ¿Cómo ha respondido la Iglesia a la crisis de salud mental actual? ¿Existen programas en diferentes diócesis que son ejemplo en términos de asistir a los Católicos en crisis a encontrar maneras de mejorar la salud?  

Anthony Isacco: La Iglesia ha respondido de diferentes maneras. Primero, la USCCB ha lanzado en este octubre una campaña de salud mental, que brinda una concientización muy necesaria de los desafíos de los Católicos respecto a la salud mental. Animo a la gente a que lea la declaración completa de la USCCB, que puede encontrarse aquí. Estoy agradecido con el liderazgo de la USCCB en esta materia y tengo la esperanza de que surjan buenos frutos a partir de esta iniciativa.

En mi investigación, me alegró mucho saber que algunas diócesis y parroquias han comenzado un Ministerio de la Salud Mental. Existen importantes respuestas iniciales a la crisis de salud mental, y estoy curioso de ver qué programas, alcances y frutos surgen de tales ministerios. Pero comenzar un ministerio oficial diocesano y parroquial le indica a la gente que el tema/problema/población es legítimo y que necesita de apoyo y recursos. 

Animo a la gente a que miren a algunas de estas diócesis que han comenzado un ministerio de la salud mental, como las diócesis de Phoenix, St. Cloud (MN), Orange (CA) y San Diego. Tal vez otras diócesis puedan aprender lo que les está funcionando a estos ministerios que recién se inician y cómo pueden coordinarse esfuerzos.

Pienso también que es muy importante destacar algunas otras respuestas a la crisis de la salud mental por parte de universidades e instituciones educativas y laicas Católicas. (Para conocimiento general: He grabado charlas con Hallow, pero no tengo ningún interés económico en ninguna de estas instituciones o recursos mencionados. Simplemente creo que están haciendo un buen trabajo en esta área).

Primero, el McGrath Institute for Church Life de Notre Dame lanzó una nueva iniciativa el año pasado llamada Fiat Program on Faith and Mental Health (Programa Fiat sobre la Fe y la Salud Mental), que tiene la misión de apoyar a la Iglesia para responder a las necesidades de salud mental.

La aplicación Hallow tiene una serie sobre Salud Mental con breves charlas y ejercicios vivenciales de profesionales de la salud mental que integran la fe con los asuntos de la salud mental. Los temas cubiertos incluyen adicciones, estrés y ansiedad, relaciones, y curación, entre otros.

El Instituto Saint Luke tiene un catálogo educativo de numerosos seminarios web orientados específicamente a sacerdotes, diáconos, religiosas Católicos, así también como para aquellos que están en formación: seminaristas, candidatos al diaconado y a religiosos. Los temas cubiertos incluyen perfeccionismo, gestión del estrés, superando la ansiedad, alcoholismo, etc.  

Estos son solo algunos pocos ejemplos de cómo la Iglesia Universal ha estado y continúa respondiendo a la crisis de la salud mental. Esos esfuerzos me han motivado e inspirado, y verdaderamente hablan de la necesidad constante entre los fieles.

Mark Bradford: Finalmente, si alguien siente que necesita ayuda pero le está costando encontrar a un buen profesional de la salud mental Católico, ¿existen recursos que podrías recomendarles?

Anthony Isacco: Sí, absolutamente. Primero, existen algunas herramientas de búsqueda que son gratuitas y de acceso fácil:

Catholic Psychotherapy Association (CPA – Asociación Católica de Psicoterapia) es un grupo internacional de profesionales que trabaja para integrar la fe en sus prácticas clínicas. El sitio web tiene una opción “Find a Therapist” para buscar un terapeuta entre los miembros de la CPA. Puedes buscar por ciudad, estado, servicio que se provee y más.  

Catholic Therapists es otro buen motor de búsqueda específico para profesionales de la salud mental que son explícitamente Católicos en su práctica clínica. Puedes buscar por nombre y estado.

Psychology Today es un motor de búsqueda más amplio, que incluye profesionales de la salud mental tanto fundamentados en la fe como seculares. Aun así, puedes buscar por preferencia religiosa/espiritual, seguro de salud, ubicación e intereses que se te presenten.

Segundo, muchos buenos profesionales de la salud mental tienen una lista de espera, lo cual puede ser frustrante. Te armas del coraje y energía suficientes para llamar y hablar con alguien y te dicen que esperes por tres o seis meses. Ciertamente puedes pedir que te recomienden a otro profesional que no tenga lista de espera o sea más corta.

Finalmente, animaría a la gente que busca un buen profesional de salud mental Católico a que les pregunten a algunos amigos, familiares y/o a su párroco. La recomendación de boca en boca es habitualmente la mejor. Hablar con alguien más de tus dificultades puede desestigmatizar la preocupación y construir un apoyo natural. Estamos todos juntos en esto, y como comunidad Católica, podemos brindar esa gracia a los demás a través de la empatía, la amabilidad y la conexión.