Amigos, muchas mitologías y filosofías del mundo antiguo sostienen que el tiempo es cíclico; que da vueltas y vueltas. Mucha gente en la actualidad, por el otro lado, sostiene que el tiempo no tiene sentido; que simplemente es una cosa tras otra. La Biblia les dice no a esas dos comprensiones desalentadoras del tiempo. Tal como vemos en las lecturas del cuarto Domingo de Adviento, el tiempo tiene una trayectoria; se mueve hacia su culminación en Cristo, que es Emanuel —“Dios con nosotros”.
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