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Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús nos urge a estar preparados para Su segunda venida. Nos recuerda a Juan el Bautista cuando decía: “Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos”. Él nos estaba diciendo que su trabajo era prepararnos para la poderosa venida del Señor. Se avecina un cambio, una revolución está en camino, una catástrofe (la destrucción de lo viejo) está a punto de suceder. Preparen el camino del Señor.

¿Y cuál es la forma de prepararse? Es el bautismo de arrepentimiento. El bautismo —una inmersión en el agua— hacía recordar, a los judíos del siglo primero, el éxodo, esto es el paso por el Mar Rojo, dejando atrás los caminos de la esclavitud.

Y el arrepentimiento (metanoia) —nos lleva más allá de lo que hay en la mente—. ¡Y cómo están nuestras mentes condicionadas por este mundo caído! Cómo se configuran nuestras expectativas, encerradas por lo que ha sucedido antes. El mundo de Tiberio, Pilatos, Herodes y Caifás ha moldeado nuestra imaginación. Es hora, dice Juan, de una mente nueva, un nuevo par de ojos, un nuevo tipo de expectativa. ¡Dios está a punto de actuar!

¡Estén preparados!