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Amigos, nuestro Evangelio de hoy se enfoca en una intensa meditación de San Juan sobre el significado de la Eucaristía. El tono comienza con la conocida historia de la multiplicación de los panes que alimentan a cinco mil personas, que es la única historia de milagros mencionada en cada uno de los cuatro evangelios. Esta escena afectó profundamente a los primeros cristianos. 

Jesús instruye a sus discípulos para que hagan que la multitud se siente sobre el pasto. Jesús toma los panes de cebada y el pescado seco, y prepara una comida que satisface a la enorme multitud. Están hambrientos, cansados ​​y agotados por sus esfuerzos, y Jesús les da un sustento para el día. 

Para Santo Tomás de Aquino, la gran metáfora de la Eucaristía es la de sustento, alimento para el viaje. El bautismo nos define, haciéndonos hijos e hijas de Dios. La confirmación afirma y profundiza esta identidad. El matrimonio y las órdenes sagradas sellan la vocación de nuestra vida. Estos son sacramentos que se ofrecen una vez en momentos clave de la vida. 

Luego está la Eucaristía, que es el alimento diario, sustento para superar el día a día. ¿Qué tan efectivos seríamos si nunca comiéramos, o si comiéramos solo en ocasiones especiales y en un ambiente festivo? No muy efectivos. En la vida espiritual también debemos comer y beber, o no tendremos fuerza suficiente.