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Amigos, nuestro Evangelio de hoy es sobre la curación de un leproso. Hoy en día, ya no hay tantos leprosos, pero hay muchas personas que vemos como marginados o parias. Al igual que Jesús, deberíamos brindarles acogida. No tengo nada en contra de la manera en la que se interpreta este relato, que supongo todos hemos escuchado muchas veces.

Permítanme proponer una lectura simbólica un poco diferente de la habitual. Y es que el leproso aquí representa, no tanto a quien ha sido socialmente excluido, sino a aquel que se ha alejado de una adoración correcta, a aquel quien ya no puede o no está dispuesto a adorar al verdadero Dios. Es por ello, que Jesús dice al hombre: “ve a mostrarte al sacerdote”. En otras palabras, regresa al Templo del que has estado ausente durante tanto tiempo. 

¿Qué es tan importante acerca de la adoración? Adorar es ordenar la totalidad de la vida de uno hacia el Dios viviente y, al hacerlo, ordenarse interior y exteriormente correctamente. Adorar es enfocarse uno mismo en aquello que finalmente es de lo que se trata la vida. No es nada que Dios esté necesitando, sino algo que nosotros necesitamos mucho.