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Amigos, nuestro Evangelio de hoy es del primer capítulo de Lucas, y está cuidadosamente repleto de temas Davídicos del Antiguo Testamento. 

La primera cosa que escuchamos de Zacarías es que sirve como sacerdote en el Templo de Jerusalén; y el sueño de David fue construir el Templo en el que Zacarías sirve. Estando en el santuario, Zacarías es visitado por el ángel Gabriel; y el escenario del Templo y el anuncio del nacimiento de un niño en contra de las expectativas nos trae recuerdos del embarazo de Ana, que resultó en el nacimiento del predecesor de David. En efecto, las palabras de Isabel luego de concebir —“El Señor ha hecho esto conmigo y me ha librado de la vergüenza ante la gente”— evocan poderosamente el estado de ánimo cuando ella, después de demasiadas lágrimas y mucha oración, quedó finalmente encinta. 

¿Qué tiene esto que ver con la vida de Jesús? Desde el comienzo hasta el final de su predicación, el tema central de Jesús fue la venida del reino de Dios, que era interpretado como reunir a las tribus dispersas de Israel. Y lo que queda eminentemente claro en todos los Evangelios es que el reunirse sucedería en y a través de Jesús mismo, tal como la unión del antiguo Israel aconteció en la persona de David. Jesús consuma definitivamente lo que David mismo dejó incompleto e inconcluso.