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Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús nos ordena amar a nuestros enemigos. 

Y Él mismo nos mostró cómo hacerlo. Inmediatamente después de ser colgado en la Cruz dijo: “Padre, perdónalos; porque no saben lo que hacen”. Uno de los elementos más importantes de la ética del Reino de Jesús es, en consecuencia, la praxis del perdón: “Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores”. 

Tal como señaló Walter Wink, estas recomendaciones no tienen nada que ver con una pasividad frente al mal. Más bien, encarnan una manera estimulante y no violenta de confrontar el mal y conquistarlo a través de la práctica de un amor co-inherente. Al perdonar a quienes lo mataron Jesús los está despertando a la verdad de donde se encuentran: la conexión con Él y entre ellos con Dios.