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Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús le pregunta a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que soy yo?”. 

Ninguna otra figura religiosa o fundador de algún movimiento haría tal pregunta. Esta es una pregunta extraña y primordial en la fe cristiana. Tiene que ver con quién es Él. Y así, la Iglesia, durante los primeros siglos, luchó intelectualmente con esta precisa pregunta.  

El primer grupo que “responde” es el público en general, que ofrece una variedad de opiniones, y todas son incorrectas. Y si hiciéramos una encuesta pública hoy seguramente escucharíamos que es un “maestro, profeta, gurú, loco . . .” 

Entonces la pregunta devastadora: “¿Pero quién dices tú que Yo soy?”. Tú, que eres el más cercano a mí, seguramente tienes una comprensión más clara que el común de las personas. Pero los discípulos no hablan. ¿Tienen miedo? Quizás. ¿Son ignorantes? Probablemente. 

Finalmente, Simón Pedro habla: “Tú eres el Mesías”. En la versión de Mateo de la misma, Pedro dice: “Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios viviente”. Esta es la fe mística que se encuentra en el corazón del cristianismo. Mantener la fe Petrina es ser cristiano; negarla es no ser cristiano.