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Amigos, hoy celebramos la Memoria de los Santos Ángeles Guardianes.

¿Es razonable creer en los ángeles? Miren la variedad que existe en el universo visible: los millones de especies de animales, los miles de millones de galaxias, la infinidad de conchas que son lavadas en las orillas del mar, el número incalculable de células en cada cuerpo humano. ¿Es probable que, entre esta dimensión física asombrosamente variada y multicolor de la creación y Dios, se abra un gran abismo ontológico? ¿No sería probable que Dios haya manifestado al menos una creatividad igualmente grande con respecto al orden puramente espiritual?

Pero ¿por qué Dios enviaría estos mensajeros espirituales para ayudarnos? ¿Por qué no se ocupa Él mismo de nosotros? Esas preguntas, por supuesto, nacen de un estado de ánimo que pone a Dios y al mundo en competencia.

En la visión católica, Dios se deleita en utilizar causas secundarias, para que sus criaturas puedan participar de Su activa Providencia del universo. Santo Tomás de Aquino dice que a cada uno de nosotros, debido a nuestra naturaleza cambiante y falible, se nos ha asignado un guía celestial. Una vez que estemos en el Cielo, ya no necesitaremos un guía y nuestro ángel entonces se convertirá en nuestro amigo.