Please ensure Javascript is enabled for purposes of website accessibility

Amigos, en el Evangelio de hoy, Jesús observa que la gente lo critica como “amigo de recaudadores de impuestos y pecadores”.

Jesús vino como el propio Dios a nuestro mundo disfuncional. Vino a traer la luz de la presencia y el amor de Dios a un lugar lejano de pecado y muerte. En consecuencia, se dirigió a los pobres, los discapacitados, los marginados, los olvidados, los lisiados por el pecado.

Vino a traer el ordo de Dios a un mundo desordenado. Vino como una nota clave para sintonizar un universo cacofónico. Y por ello, los defensores del desorden y los productores de la cacofonía buscaron destruirlo.

La Iglesia es el Cuerpo Místico de Jesús, un organismo vivo que hace presente la mente y voluntad de Cristo en el mundo. Es Su amor hecho carne a lo largo de los siglos, Sus manos, Sus pies, Sus ojos y Su corazón. Todos somos, a través del Bautismo, miembros de ese Cuerpo. Nuestro propósito es Su propósito: llevar el amor no violento y perdón de Dios a un mundo hambriento, ir a los lugares más oscuros, a países lejanos en busca de pecadores; ser al mismo tiempo juez (signo de contradicción) y portador de salvación.