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Amigos, en el Evangelio de hoy, Jesús declara su misión: “Debo anunciar la Buena Noticia del Reino de Dios, porque para eso he sido enviado”. Y Su misión continúa hoy entre nosotros a través de nuestros esfuerzos en el trabajo de evangelización.

¿Necesitamos evangelización? Las estadísticas no pueden ser más claras. ¿Saben que en este país hay muchos más ex-católicos que católicos? ¿Saben que el grupo que crece más rápido en las encuestas sobre afiliación religiosa es el que dice tener “ninguna” afiliación?

Entonces, los católicos no podemos evitar la necesidad de evangelización proclamando la fe. El Concilio Vaticano II fue muy claro en este aspecto, viendo a la Iglesia misma como un vehículo de evangelización: así no es tanto que la Iglesia tenga una misión, sino que la misión tiene a la Iglesia.

San Pablo VI y San Juan Pablo II hicieron que esta idea fuera un elemento central de su enseñanza. De hecho, Juan Pablo II hizo un llamamiento a favor de una nueva evangelización. Atraer gente a Cristo no es una obra entre muchas, más bien es el trabajo central de la Iglesia en torno al cual gira todo lo demás que hacemos.