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Amigos, el Evangelio de hoy nos recuerda el juicio final; cuando los malvados serán separados de los justos. Cuando el bien y el mal se confunden o mezclan, el juicio divino los separa, aclarando el tema.

Bob Dylan dijo: “El enemigo que veo lleva un manto de decencia”. Una de las artimañas favoritas del mal es cubrirse con un manto de la justicia y piedad, al mismo tiempo que se ríe y se esconde detrás de aquello a lo que se opone. El juicio de Cristo destruye estos dispositivos de ocultamiento, estos engaños, y nos muestra las cosas como son.

El cristianismo auténtico es una religión de lucha, que llama al mal por su nombre. La Iglesia sabe lo que se encuentra fuera de ella, y ​​le brinda la espalda. El Portador de la Luz y la Verdad, separa el bien del mal, a veces dolorosamente, “como espada de doble filo”.