Please ensure Javascript is enabled for purposes of website accessibility

Amigos, en el Evangelio de hoy, Jesús predice la persecución a sus seguidores. A través de la historia del cristianismo vemos un vasto ejército de mártires que han dado sus vidas por Cristo y el Evangelio. Pertenecen a cada una de las culturas, países, idiomas, y con historias personales muy diversas.

Este es el ejército que se opone a los ejércitos del mundo que trabajan a través de la violencia, las amenazas y la opresión. Son testimonio del poder y la autoridad del Señor resucitado y, por lo tanto, son luchadores, pero no pelean con las armas del mundo.

Uno podría pensar en San Pedro mismo, crucificado cabeza abajo; o en Felicidad y Perpetua, que fueron arrojadas con animales salvajes; o Tomás Becket, quien resistió los intentos del rey Enrique II de manipular a la Iglesia y fue por ello asesinado por los secuaces del rey; o Tomás Moro, quien se resistió a otro rey Enrique y lo pagó con su cabeza.

Uno podría pensar en Paul Miki, el jesuita japonés que fue crucificado por anunciar la fe cristiana; o Miguel Pro que fue asesinado a tiros por desafiar a un represivo gobierno mexicano gritando, mientras lo martirizaban, “¡Viva, Cristo Rey!”