Amigos, el Evangelio de hoy nos cuenta sobre las dudas que tenía Tomás acerca de la Resurrección. El catolicismo tiene una rica tradición de cuestionamiento y búsqueda para la comprensión. Tomás de Aquino, otro gran santo también lleva el mismo nombre, pasó gran parte de su vida preguntando y respondiendo preguntas difíciles sobre la fe.
¿Recuerdan la gran frase de Hamlet: “¿Hay más cosas en el cielo y en la tierra de las que sueñas en tu filosofía, Horacio”? Si obstinadamente decimos —incluso en el área de la ciencia— que aceptamos solo lo que podemos ver claramente, tocar y controlar, no vamos a saber mucho sobre la realidad.
En la mayoría de las áreas de la vida hay una interacción entre el saber y el creer. No es algo exclusivo de la parte religiosa de la vida. Blaise Pascal lo resumió así: “El corazón tiene razones que la razón no conoce”.
Esto no significa que nosotros que, no hemos visto y hemos creído, nos estemos conformando con un pobre sustituto de una visión real. No, y se nos describe como bendecidos, y más bendecidos que Tomás. Dios está haciendo todo tipo de cosas que no podemos ver, medir, controlar, y entender completamente. Pero una fe informada nos permite enamorarnos de ese Dios.