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Sobre la Muerte de Mascotas y Personas: Eutanasia

October 26, 2023

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Me mantengo al tanto de las noticias referidas a la discapacidad a través de Alertas de Google. Si alguna vez las han utilizado, son una efectiva manera de enterarse de cualquier nuevo artículo que aparece online relacionado a un tema que les interese. Google me envía todos los días un resumen de los artículos que son relevantes sobre los temas que he solicitado.

Uno de los temas sobre los que he pedido ser alertado es la eutanasia. Me opongo a utilizar esa palabra ya que su objetivo es suavizar algo horriblemente maligno con un timbre de compasión.  Su raíz griega, euthanatos, significa literalmente muerte buena o fácil. Sin embargo, ha logrado asociarse a la forma en que nuestro lenguaje expresa el acto de matar a personas que piden morir. Es una palabra cuya aplicación ha saltado trágicamente desde el reino animal a los humanos.

Esta es una muestra de los artículos que recibí recientemente de Google sobre este tema:

  • Obispo belga: “La eutanasia no es necesariamente un mal en sí misma” | Catholic News Agency (Agencia de noticias Católicas)
  • Eutanasia: El derecho a morir con dignidad | The Sun Nigeria
  • Oscar, mi amado perro, ha muerto a los 15 años. Una parte de mi corazón descansa con él debajo del peral.

Por supuesto, el primer titular es confuso y alarmante, pero nos enfocaremos en eso más tarde. El segundo es un oxímoron. El último es simplemente bizarro, pero ayuda a hacer un punto importante.

Estos titulares agrupan la eutanasia de mascotas con artículos que hablan de matar personas que ya no sienten que vale la pena seguir viviendo. El sentido común, con raíces en la ley moral natural, ha sido invadido por el constante avance de fuerzas seculares que ya no le ven un valor trascendente a la vida humana.

Matar a personas que son ancianas o están enfermas no es nada nuevo, pero su retorno es bastante reciente. Se fue con la venida de Jesucristo pero ha vuelto con el nuevo paganismo y su preocupación con la muerte. Así como con el asesinato de niños en el vientre, nuestra cultura repaganizada se obsesionó con la manipulación de la vida y la muerte en un esfuerzo por convertirse en el amo de ambas.

El asesinato de niños y de aquellos con discapacidad intelectual pone en duda qué tanto se hace cumplir el consentimiento.

En las revueltas culturales de las décadas del 60 y 70, había algunos radicales extremos de la sociedad progresista que ya abogaban por el derecho a matar personas. Nadie los tomó en serio, pero deberíamos haberlo hecho. The Society for the Right to Die (La Sociedad del Derecho a Morir) fue fundada en 1974 como sucesora de la Euthanasia Society of America (Sociedad de Eutanasia de Norteamérica), que había sido fundada treinta y seis años antes en 1938. Entre sus administradores estaba el Dr. Clarence Cook Little de la Sociedad Norteamericana para el Control del Cáncer y de la Liga de Control de Natalidad Norteamericana, y Leon Fradley Whitney de la Sociedad Norteamericana de Eugenesia. Eutanasia y eugenesia. Para la mayoría de las personas, tales ideas eran aborrecibles. Hubo un tiempo en el que estábamos de acuerdo con que Dios sostenía la vida y la muerte de la humanidad en sus propias manos, y no era algo que nos atreviéramos a suponer que fuera nuestra decisión.

En 2002, Países Bajos se convirtió en el primer país en aprobar una ley que permitía la eutanasia y suicidio asistido cuando un paciente estuviera sufriendo un dolor inaguantable, su enfermedad fuese incurable y fuese capaz de dar consentimiento. Si la distinción entre estos términos no quedó clara, suicidio asistido ocurre cuando alguien brinda los medios para que otra persona se mate. Eutanasia es el asesinato directo de alguien a otra persona. Casi siempre, los profesionales de la salud se involucran en ambas.

Cuando Países Bajos aprobó la ley del 2002, se situaron en una pendiente resbaladiza. En abril de 2023, Países Bajos expandió su legislación para permitir el asesinato de niños de entre uno y doce años. He escrito previamente que se ha descubierto que a algunos individuos con autismo y otras discapacidades intelectuales se les concedió su deseo a morir porque los médicos afirmaban que sus quejas (principalmente la soledad) no eran solucionables. El asesinato de niños y personas con discapacidades intelectuales pone en duda qué tanto el tercer criterio de la ley, el consentimiento, se hace cumplir. Una pendiente resbaladiza muy peligrosa, en efecto. Resbalándonos por la misma pendiente, se ha reportado recientemente que Canadá está cerca de aprobar la enfermedad mental, incluyendo posiblemente la adicción a las drogas, como razón justificada para terminar con la vida. 

La eutanasia no es legal aún en ningún estado de Estados Unidos, pero en 1997, Oregón se convirtió en el primer estado en legalizar el suicidio asistido por un médico. Ahora hay once jurisdicciones en Estados Unidos que permiten a los médicos ayudar a sus pacientes a suicidarse. Nuevo México se convirtió en el más reciente en 2021. Compassion and Choices (Compasión y Decisiones) es la organización líder en EEUU que aboga por el derecho al suicidio asistido por un médico. Un par de titulares en su sitio web confunden a una persona reflexiva: “¿Es la asistencia médica al morir segura?” y “¿Cómo beneficia a la sociedad la asistencia médica al morir?”. Sabemos que algo “seguro” no conlleva a la muerte, y que una sociedad que permite a médicos ayudar a sus pacientes a suicidarse es sintomático de una enfermedad aún más grave, que puede ser, en verdad, terminal, pero en una escala cultural mucho mayor a la de cualquier enfermedad terminal de un individuo.

La Iglesia no podría ser más clara en su enseñanza de la eutanasia y suicidio asistido por médico. La Declaración del Vaticano sobre Eutanasia de 1980 prologa su prohibición con una hermosa declaración acerca del valor de la vida humana:

La vida humana es el fundamento de todos los bienes, la fuente y condición necesaria de toda actividad humana y de toda convivencia social. Si la mayor parte de los hombres creen que la vida tiene un carácter sacro y que nadie puede disponer de ella a capricho, los creyentes ven a la vez en ella un don del amor de Dios, que son llamados a conservar y hacer fructificar. De esta última consideración brotan las siguientes consecuencias:

1. Nadie puede atentar contra la vida de un hombre inocente sin oponerse al amor de Dios hacia él, sin violar un derecho fundamental, irrenunciable e inalienable, sin cometer, por ello, un crimen de extrema gravedad.

2. Todo hombre tiene el deber de conformar su vida con el designio de Dios. Esta le ha sido encomendada como un bien que debe dar sus frutos ya aquí en la tierra, pero que encuentra su plena perfección solamente en la vida eterna.

3. La muerte voluntaria o sea el suicidio es, por consiguiente, tan inaceptable como el homicidio; semejante acción constituye en efecto, por parte del hombre, el rechazo de la soberanía de Dios y de su designio de amor. Además, el suicidio es a menudo un rechazo del amor hacia sí mismo, una negación de la natural aspiración a la vida, una renuncia frente a los deberes de justicia y caridad hacia el prójimo, hacia las diversas comunidades y hacia la sociedad entera, aunque a veces intervengan, como se sabe, factores psicológicos que pueden atenuar o incluso quitar la responsabilidad. Se deberá, sin embargo, distinguir bien del suicidio aquel sacrificio con el que, por una causa superior —como la gloria de Dios, la salvación de las almas o el servicio a los hermanos— se ofrece o se pone en peligro la propia vida.

Así que, ¿qué sucede con el Obispo Belga que cree que hay lugar para discernimiento en el asesinato de alguien? Está en desacuerdo con la enseñanza de la Iglesia acerca de este tema. Algo tan intrínsicamente malévolo como esto no puede en ningún momento ser discernido como un bien. Recen por él y por aquellos a los que hubiera podido confundir con sus comentarios.

La misión de Word on Fire es formar evangelizadores laicos para llevar la Buena Noticia de Jesucristo a nuestra cultura. No hay contexto en el cual la eutanasia de mascotas y personas puedan considerarse equivalentes, y no hay tarea más importante ante nosotros que la de ayudar a los demás a entender eso a través de la reafirmación del valor intrínseco de cada vida humana. Tenemos trabajo por hacer.