Amigos, la primera lectura de hoy del Deuteronomio es de importancia significativa. Moisés, hablándole al pueblo antes de que entre en la tierra prometida, le dice: “El Señor Dios hará surgir en medio de ustedes, entre sus hermanos, un profeta como yo. A él lo escucharán”. Estas palabras cautivaron la imaginación de Israel. Moisés era la autoridad suprema; no existía ningún personaje más importante en el Antiguo Testamento. ¿Quién podría ser más grande que Moisés? Encontramos la respuesta en el Evangelio: Jesús de Nazaret, el Santo de Dios, que habla en su propia autoridad.
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