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Amigos, el Evangelio de hoy nos brinda la historia de Marta y María. Me gustaría ofrecer una nueva versión sobre este conocido relato. Uno de los principales aspectos en las enseñanzas y  el ministerio de Jesús es cierto enfrentamiento a las convenciones sociales. Y uno de los signos más sorprendentes fue la radical inclusión de mujeres.

Mientras un trabajo típicamente femenino se realizaba, los hombres se sentaban en la sala principal de la casa y conversaban. Si un prominente rabino o fariseo estaba presente, los hombres se sentaban a sus pies y escuchaban sus palabras.

Ahora podemos ver por qué la actitud de María fue tan ofensiva para Marta y probablemente para cualquier otra persona en la casa. Marta no estaba simplemente enojada porque María le estaba dando más trabajo a ella, sino porque María tenía el descaro de asumir la postura de un hombre, de ocupar una posición en el espacio de los hombres.

En respuesta a la queja de Marta, Jesús señala mucho más que una preferencia por escuchar en lugar de actuar; Él invita a una mujer a participar plenamente en la vida del discipulado. “María eligió la mejor parte, que no le será quitada”.