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Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús critica a la multitud diciendo que saben interpretar signos de la tierra y las nubes, pero no el tiempo presente.

Entonces, ¿cómo sabemos lo que está pasando en el mundo? ¿Cómo leemos los signos de los tiempos? Podríamos hacerlo desde un punto de vista político, sociológico, cultural o económico. Todas estas apreciaciones son valiosas para ver el mundo. Pero debemos notar una importante diferencia que hay en la Biblia.

Lo particular del antiguo Israel era su lectura del mundo a través de una visión teológica. Cuando querían entender las señales de los tiempos se preguntaban qué estaba haciendo Dios y por qué. La visión más profunda y verdadera es la teológica que busca la causalidad divina y el propósito que opera debajo y a través de todas las otras lentes.

El período moderno se ha visto condicionado en gran medida por una visión deísta de Dios, según la cual Dios es considerado como un objeto distante sólo vagamente relacionado con el mundo. Según esta lectura, Dios no se involucra activamente en los asuntos económicos, políticos o culturales. ¡Ah! Pero esa no es la lectura bíblica. Para los autores bíblicos, Dios actúa en, y a través de, todos los eventos y dinámicas ordinarias del mundo.